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Balmes, el doble exilio de la pintura, es el documental ópera prima del realizador chileno Pablo Trujillo.

2balmesLo vi justo en su premier, cuando aún vivía en Santiago. Esa noche del estreno, alcancé a ver a José Balmes, el pintor, su figura en carne y hueso. Pero entonces aún no tenía idea que era español, qué tipo de pintura era la suya, que la señora a su lado era su mujer y también pintora, y que sus ideas, memorias, palabras, me iban a hacer identificarme tanto.

La historia es simple, o tanto como uno quiera pensar que puede ser el recuento de una vida. Balmes nació en Cataluña, España. Allí creció hasta que en 1939 su familia tuvo que salir huyendo de  los franquistas. Dando tumbos llegan al otro extremo del mundo, un océano y un continente más allá. En Chile Balmes se forma como artista plástico, para crecer como uno de los pinceles más importantes de su tiempo. Conoce a Gracia Barrios, chilena, pintora como él, se enamora, se casa, tiene a su hija. Pero Pinochet se atraviesa en su camino con un nuevo golpe. Balmes tiene que abandonar su patria adoptiva. En Francia lo reciben, lo miman, pero la nostalgia de la familia los hace retornar cuando la dictadura cede y se reinstaura la democracia. Se dice fácil.

La riqueza de Balmes -mirándolo a través del documental- está sin dudas en su creación. Pero también, y quizás más, en la reflexión a la cual lo obliga Trujillo. El pintor se mueve entre canvas mientras trata de encontrar significados, y casi parece que los va hallando al paso, articulándose espontáneamente si se quiere, respondiéndose él mismo a preguntas que no se había hecho. Entre otras cosas, Balmes define lo que es el exilio, la obligación de partir por la fuerza; la herencia de llegar a un sitio con la memoria del otro, pero con la urgencia, necesidad y vocación de integrarse, de confundirse, de normalizarse. Pretensiones que casi siempre son utópicas.

Deshechos, 1984

Deshechos, 1984

No deben ser muchos los hombres que atraviesen la experiencia de dos exilios durante una misma vida. Estoy segura que uno sería más que suficiente.

Quizás por eso es que sus cuadros no hablan de belleza, sino de caos. De frente a sus telas, estalla la quietud ante la urgencia, lo súbito, y una especie de dolor. Debe ser por eso que pictóricamente, prefiero a Gracia. Sus lienzos son más tranquilos, íntimos, quizás porque está buscando por dentro lo que Balmes necesita encontrar por fuera.

Paz. José Balmes.

Paz. José Balmes.

Uno de los entrevistados, historiador del arte y experto en la obra del catalán, llega a decir que Balmes vino para destruir el arte chileno. No sé mucho de pintura chilena, salvo lo que vi en una visita al Museo Nacional de Bellas Artes en Santiago. Pero sospecho que lo que quiere decir este hombre es que Balmes echó por tierra una estética de lo bonito, que recordaba o reciclaba paisajes y temas europeos, parecido a como se hizo en Cuba, y probablemente en la mayoría de América Latina. La excepcionalidad es en este caso que tiene que llegar un extranjero para romper a golpe de honestidad una capa o escudo que en Chile no permitía ver lo que estaba debajo. Y termina Balmes siendo la voz o mano que dibujó lo que quizás más se parecía al Chile de aquel momento. Y no sin peligro ni crítica. Y sí con soledad y juicio.

Intuyo que Balmes haya sentido parecido o igual que tantos otros exiliados, que tienen que aprender a la fuerza para convertirse en lo que otros sencillamente son. Y en el proceso necesitan mirar, reconocer, ponerlo todo bajo lente de aumento, romper los conceptos a pedazos para entenderlos, rearmarlos y apropiarse de ellos.

El documental reúne a varios que van contribuyendo a pintar al pintor. Su esposa y su hija, pintores contemporáneos y estudiosos, académicos o no tanto. Buscando sus antecedentes los realizadores viajan a España, a Francia, siguiendo el rastro y ayudándonos de paso a reconocer motivos o pistas que marcan el arte de Balmes. Se recrea en mostrarnos su obra, aunque uno extraña un poco ver a Balmes activo, pincel en mano. Pero se sospecha que debe haber sido el capricho del artista que se negó, más que descuido u olvido del realizador.

El documental logra fotografiar una etapa en la Historia chilena a través de la historia más singular, individual, de un hombre. Sin embargo, su ganancia mayor debe ser la de haber podido trascender el tiempo y el espacio locales, lo chileno, o lo europeo, para capturar el sentido de lo que es el exilio, transformado en sentimiento, en arte, y en destino.